En la comunidad de Acatlán, Guerrero se lleva acabo una ceremonia que a través de la pelea llama a la lluvia y las buenas cosechas.
Esta tradición, forma parte de un auto sacrificio para rendir honores a la naturaleza y se tiene la creencia de que “mientras más peleas, más lluvias caen”.
En ella participan niños a partir de los siete años y hombres de hasta 40; Este rito que inicia en Acatlán el 25 de abril con la bendición de semillas, y llega a su clímax a principios de mayo con las ceremonias organizadas por las autoridades de la comunidad.
Dentro de las actividades, destacan los tlacololeros, hombres con máscaras, un látigo y trajes hechos de costales de yute, quienes en conjunto con los cotlatlastin y los tigres se presentan en la iglesia, para después iniciar las primeras peleas amistosas.
La madrugada del 2 de mayo se efectúa la primera danza prehispánica, el 3 de mayo la procesión y se regresa a la cima del Cruzco para dar inicio a la pelea de tigres.
Los niños y hombres que participan en este ritual visten un overol de manta teñida de amarillo, verde o anaranjado con líneas oscuras que simulan las manchas del jaguar; Cada uno de los tigres guarda el anonimato vistiendose en lugares apartados para no ser identificados por sus contrincantes.
El tecuani cubre su cabeza y rostro con una máscara de piel de res, en las manos porta guantes gruesos, ya que pelean a puño limpio.
Desde pequeños los padres visten de tigres a sus hijos; Ellos participan como “perritos”, personajes que acompañan a los tigres mayores.
En este ritual se cree que cada golpe de un luchador sobre otro es una plegaria de buena lluvia, buena fertilidad para la tierra y mejor semilla para la reproducción.
Con información de México desconocido